* El 80 por ciento de personas que acude a los centros de juego, son mujeres
* Buscan un “escape” de la vida cotidiana
* Incrementa la ludopatía o jugadores compulsivos en Chiapas
Patricia Espinosa
“Cuando me desaparezco, mi familia, y sobre todo mi esposo, ya saben que me encontrarán jugando en el bingo, les guste o no” señala la empresaria Alejandra de 42 años de edad, de Tuxtla Gutiérrez.
Con una mano realizando sus movimientos del juego, con la otra, el cigarro; en tanto relata su experiencia en los juegos, cuando gana y pierde, más este último, porque en realidad se ha hecho una adicción, una “diversión” como la llama Alejandra.
En Chiapas siempre han existido los juegos de póker, canasta y de apuestas entre amigas y amigos, pero regularmente esto se llevaba a cabo en el ámbito privado, en casa; sin embargo, desde hace tres años un par de franquicias se instalaron en la capital chiapaneca: Bingo y Emotion, lo cual causó un cambio radical a la vida de muchos hombres pero principalmente de mujeres.
Fueron suficientes para crear espacios de “encuentro” entre los chiapanecos, en su mayor parte de personas del sexo femenino.
Alejandra dice que desde la llegada de una casa de juegos a Tuxtla Gutiérrez, acude de tres y hasta cuatro veces a la semana.
“Apuesto poco desde 200 hasta mil pesos, en ocasiones hasta cinco mil pesos, pero no me ha ido tan mal, trato de recuperar lo que ingreso; el problema es con mi esposo con quien hemos estado a punto del divorcio por mi distracción que son los juegos de apuestas, pero ya sabe que cuando no me encuentra, estoy en el bingo”.
A pesar de las llegadas constantes a este lugar, Alejandra, niega que sea una jugadora compulsiva, pues únicamente se trata de una distracción, pero más, de un escape a las presiones del trabajo y para bajar el estrés.
“No creo que sea nada malo porque es sano, además me tratan muy bien, con respeto en este lugar y he hecho amigas y amigos, nos quedamos de ver incluso para apartar las máquinas porque a veces está muy lleno”.
Después de tres horas, Alejandra sigue sentada en el mismo lugar y en la máquina que cree le da suerte. Mientras, todo en el bingo es diversión, alegría, plática entre amigos y para algunos, en espera de una máquina de juego porque el lugar está literalmente abarrotado.
¡Bingo!, grita Alejandra, atenta a su pantalla, todos la voltean a ver y les da a los demás ánimo para seguir en la apuesta y arriesgando su dinero, para llevarse al menos lo invertido o el doble si se puede.
Lucía de 39 años, es otra jugadora compulsiva, aunque sostiene que no invierte mucho, al menos dos veces llega a uno de los dos lugares en Tuxtla Gutiérrez para jugar y apostar.
Estos centros de apuestas contrastan con la realidad de un estado pobre como Chiapas, que según las estadísticas oficiales, está sumido en la pobreza y la marginación.
Casi el 3 por ciento de la población chiapaneca no sabe leer y escribir y en estos sitios muchas maestras han encontrado un oasis para aliviar el stress del trabajo y olvidar problemas familiares.
“Vengo desde Tapachula, porque allá no hay de estos lugares y al menos dos veces apuesto parte de mi dinero, soy maestra y de paso vengo a hacer algunos trámites de mi trabajo, soy divorciada y no tengo quién me diga nada, si gano o pierdo; finalmente es mi dinero y seguiré viniendo mientras esté el bingo”.
Revela que en este sitio de diversión, olvida su soledad, ansiedad y problemas del trabajo, aquí -dice Lucía- se olvida de todo lo exterior y entra en un mundo diferente con un ambiente de fiesta, aunque todo el tiempo esté frente a la máquina y no precisamente sea de convivencia. Enseña a las personas que por primera vez llegan y da tips sobre los números que le dan suerte para sacar más de lo invertido.
Estos lugares son de ensueño, aseguran los parroquianos.
“Como un lunar en Tuxtla Gutiérrez. Es como estar en las Vegas, pero en chiquito”, dice un experto y asiduo jugador.
Recientemente, por aniversario, uno de estos negocios demostró el significado de lo que ganan e invierten. Desde el valet parking que simplifica el estacionarse hasta entrar y recibir un buen llavero conmemorativo en la puerta. Después cerveza, licor, incluyendo whisky. La música en vivo de buena calidad da cuenta del grupo de edad que asiste, de 35 años para adelante.
La cena fue gratis, el ambiente climatizado atrae a muchos y muchas en esos días de extremo calor, una muy buena atención que hace imaginarse que no es Tuxtla Gutiérrez sino otra ciudad con mayor nivel de desarrollo.
Las mujeres, confiesan, van porque pueden jugar, beber, conversar, escuchar música sin ser molestadas. Algunas van con pareja, otras solas o con otras amigas y afirman que nunca les han faltado el respeto.
Una característica de estos lugares es que son frecuentados por personas de clase media en adelante.
Minicasinos, un escape de la vida
Para la señora Jackeline de 65 años, acudir a los minicasinos, no es una adicción, al contrario es un “escape” de lo que hay en casa, además es de estatus, se encuentran con las amigas y la pasan bien, toman el café, pero además juegan.
En lugar de ir al cine, al parque o a otro lugar donde acuden las personas mayores “prefiero venir con mis amigas a este lugar, incluso hasta bailamos, tomamos el café y lo más importante me atienden como reina, acá, me puedo pasar todo el día y la noche”.
“Permanezco en el área de fumadores, he apostado buen dinero pero también he ganado hasta 37 mil pesos, una amiga ya ganó más de 50 mil pesos, aquí seguiremos más que por ambición, por diversión y escape”.
En los dos minicasinos en la ciudad, se observa un 80 por ciento aproximadamente a mujeres que a varones. Incluso al mediodía acuden varias personas del sexo femenino que van de “paso” para ir a recoger a sus hijos al colegio.
Tratamiento de la ludopatía
De acuerdo al coordinador del departamento de Adicciones y Salud Mental de la Secretaría de Salud en Chiapas, Carlos Escamilla Brugman las adicciones al juego o adictos compulsivos, se presenta más en mujeres que en hombres.
La mayoría de las jugadoras son viudas, divorciadas, separadas y solteras. De todos modos, el número de mujeres casadas se incrementó.
La “ludopatía” o adicción al juego y apuesta es difícil que lo reconozcan, no tiene secuela ni conflicto como el tabaco, hay posibilidad que sólo sea pasatiempo. La persona puede sentirse que no tiene problemas y fantasea que gana y hace cuentas extrañas que se recuerda las veces que gana, explica el especialista.
“La persona que padece una adicción va a jugar hasta perderlo todo, requiere de la sensación que genera esperar ganar y sobre todo cuando eventualmente gana este proceso lo lleva a una necesidad compulsiva o adicción es lo mismo”.
La adicción al juego no se ve como un problema de salud, difícilmente llegan, algunas acuden a grupos de autoayuda por una mezcla de adicción como alcohol con problemas de apuesta, las adicciones más difíciles, lleva a la gente a la ruina y aún así, siguen apostando.
“Pensar lo que sucede con la adicciones no es un proceso de desintoxicación pero sí de terapia, la familia y los programas de 12 pasos son muy exitosos“.
Y es que la adicción a los juegos es porque se busca amor y afecto, la persona no encuentra la solución a un problema personal y eso lo lleva a sentirse físicamente y emocionalmente mal, por eso busca una salida.
El juego socialmente aceptado
Efectivamente, el 80 por ciento de las mujeres son las que más acuden a las casas de juego porque lo ven como una adicción legal y es socialmente aceptado.
“Vemos que la mujer tiende a tener adicciones como el tabaco, y por su educación es más común que no tomen cosas fuera de la ley. Pocas fuman marihuana pero sí beben”.
Acuden mujeres mayores de 35 años, de clase media y alta, que cumplen un patrón y buena parte de ellas son mujeres empoderadas.
Irónicamente, en los centros de juegos, ofrecen información con letras “chiquitas” que dice: Planea la cantidad a jugar cada día, no permitas que el juego maneje tu vida, no pidas prestado para jugar, no utilices tus ahorros para el juego. Para ayuda puede llamar al 0445523980235 o escribir al correo jugadorescompulsivos@hotmail.com
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